jueves, 18 de septiembre de 2008

Ocho horas

Viajera de dulce mirada,
ocho horas me llevas por delante,
tus ojos y tus mejillas
llegan primero al mismo lugar: al alba...

Imagino tu risa tan lejos,
como dulces ecos en las cuevas,
sigo sencillamente extrañándote,
negrita de mis amores...

No me olvido nunca de tu cálida sonrisa,
de tus ademanes que me quitan la amargura,
que feliz es saber que estás feliz,
llena de esperanza y quimeras de otros mundos...

Yo aquí y tú allá,
tú en mi corazón y los vientos locales,
en la brisa que calcina mi rostro,
tú sencillamente hermosa en Berlín...

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