viernes, 4 de julio de 2008

Xiphias y el águila triste

Desde el cielo azul como la libertad calló el águila triste, hasta el manantial más ilustre de cualquier cuento, con sus alas cansadas y el corazón roto, con los ojos empapados y su visión perdida... Desde la faz de la tierra bajó herida el águila triste, por el agua del manantial hasta las cavernas de Ferrarius, donde sorprendida observó el brillo del hierro, y la ardua labor de los señores de las minas... Desconsolada siguió su camino, lento y sin rumbo alguno, de negro tizne sus plumas de paz se tiñeron, y sus garras rasgaron los trapos de un rey de los oscuro, su enojo causó un retumbo en el fondo de Ferrarius...
El águila asustada solamente bajó la cabeza y agachó la mirada, era su instinto, si cuando callera alzar sus garras en busca de apoyo, pues era el instinto de tremendo señor del hierro, preguntar:
-quien se acerca a mis pies y los rasga, rompe mis ropas de negro carbón?-; con pena el águila respondió: -Soy un ser volador, del cielo implacable y la luz del sol, soy el águila triste que he caído del cielo y por un manantial he llegado hasta aquí-, -no me hieras más gran rey, que ya he caído cobarde a los pies del destino- y el señor contestó: -No temas, que negro es el abismo, negro el camino, pero no mi voluntad-, -Que haces cayendo y cayendo ave de luz? yo una vez vi el cielo, pero mi labor es de roca, y no busco encaminarme a lo que no me importa, a lo que no me pertenece, y era tan bello, como la eternidad- contestó el águila: -Caí porque es mi naturaleza caer-; hubo un silencio oscuro como Ferrarius, y luego el rey le obsequió un trozo de la perla Ferrarius...
-Toma joven amiga, un trozo de la pieza más brillante del fondo de la tierra, llévala contigo...
no sé hacia donde vas ni qué buscas, pero en lo oscuro te ayudará a encontrar tu destino- el águila triste colocó dentro de su plumaje la luminosa pieza y siguió cayendo hacia la lejana oscuridad, hacia los confines de lo desconocido, donde el fin significa el fin, hacia el agujero de Effigia...
En el camino, el águila triste topó con una vieja raíz que se quejó con un murmullo grave y vibrante: - Aaaumm, Aaaumm... Ni el dulce principio de la vida puede descansar, he oído el sonido de tu dominante presencia, pero eres muy diferente de lo que imaginaba-
-no creo que sea dominante en ninguna parte vieja raíz, soy el águila, y estoy hundida en pena-
-Porque la pena te ha traído aquí?- preguntó la raíz, - No conozco de donde vengo, sin embargo recuerdo el dulce sonido del viento, caí sin control de mis alas y de mi corazón, caí como caen todos los seres del cielo vieja raíz-; en ese momento, la vieja raíz se extendió y tocó las garras del gran ave, con intenciones de sentir su contextura y su forma; - Eres un ser dichoso, siento la fuerza que sentía cuando el suave rocío me daba de beber, cuando la vida apenas empezaba-, -de verdad que eres vieja sabia raíz, dime algo del pasado, de tu vida cuando acariciabas el manto verde y húmedo del suelo!-, la raíz le contestó: - Nunca entenderías joven amiga que el tiempo corre, y a mi no me queda mucho, la oscuridad fue costumbre, pero la humedad del suelo me hace falta, el pasado que quieres conocer no moverá en lo absoluto tu tristeza ni tu voluntad-, -cómo?- contestó el ave, - Lo único que quiero decirte es que en la oscuridad indomable de la profundidad de la tierra, no encontrarás respuesta alguna, vuela y grita el sonido que siempre escuché cuando era un retoño, busca el cielo que es hermoso y libre-, el águila bajó la cabeza y dijo: - No he de volver al sitio que me hizo caer vieja raíz, seguiré mi paso más adentro en busca de la nada, a repartir mi tristeza en los rincones de la oscuridad-... Y entonces la raíz se extendió y le dio un trozo de sí, le murmuró: - ten amiga, un trozo de mí es muy viejo sin embargo crece cuando un corazón joven como el tuyo le imparte ganas de crecer; lo que crece siempre con voluntad, siempre crece en todas direcciones, la oscuridad tiene siempre una salida, mi nombre es Nitesco-...
El águila triste caminó y caminó hasta llegar a una naciente de agua cristalina que se dirigía hacia Effigia, lugar de los fantasmas guardianes de lo oscuro... Allí escuchó un sonido de repique en el agua, sintió humedad en sus alas y se asustó: - Aaaa!!- gritó el ave, - quién eres?-, la luz de Ferrarius iluminó el agua y observó a un enano, enojado y asustado de ver al águila mirandolo mientras se lavaba en la naciente, - Qué haces ave de rapiña?, cómo llegaste hasta aquí?, no me mates ni me lleves de mi hogar!- El águila le dijo: - Soy el águila triste y he caído desde el cielo, y por un manantial hasta tu hogar he llegado!, cómo te llamas enano?-, - Xiphias es mi nombre y vivo cerca de mar de Orexis, un mar subterraneo que esconde el misterio de la vida, donde tú no puedes entrar...-, - Perdóname Xiphias! No era mi intención disturbar tus asuntos, sólo busco donde descansar, mi viaje tiene principio pero no busca ningún final-. El enano observó una pena en el rostro del águila que nunca había visto jamás; el enano era viejo y sabio, su edad rondaba los 7 años, tiempo que para cualquiera significa un lapso corto de vida, sin embargo para Xiphias era el tiempo suficiente para saber muchos secretos del mar de Orexis, así que le dijo: - Todos buscan un final joven ave, la luz no siempre se encuentra en el sol ni se observa con los ojos; ven conmigo y volverás al lugar de donde provienes, no soy ningún Dios, nunca los he visto ni los conozco, pero talvés te ayude a salir de tu tristeza.
Los dos se encaminaron al mar de Orexis... En el camino, un fuerte retumbo detuvo su paso, se sintió una brisa tenebrosa como el mismo miedo hecho materia. Xiphias sabía lo que se aproximaba y advirtió al águila: -No mires la falsa esperanza de los ojos de Excrucio! No lo mires aunque sientas la verdad! En sus adentros tiene mentira, desidia, quimeras de mundos llenos de dolor-. el águila atendió su llamado, luego una implacable masa se posicionó sobre los dos, inmovilizó hasta sus ganas de vivir y exclamó: - Soy Excrucio, señor y amo de Effigia, deben tener un buen motivo para caminar por los túneles de la muerte y querer vivir!- Xiphias contestó: - Soy el señor del mar de Orexis, Xiphias!, no toleraré que tomes la vida ni la muerte de ninguno de nosotros!, atrás mentira!- Excrucio proclamó palabras que debilitaban al águila triste, que se hundían en su corazón y le invitaban a mirar a Excrucio... El ave sacó el trozo de Nitesco y creció una capa de madera que cubrió sus ojos y su voluntad, detuvo un rayo de muerte de Excrucio y fijó la masa moribunda de aquél señor de maldad a una de las columnas del paso de Effigia, lo que bastó para que Xiphias y el ave huyeran hacia Orexis...
- Te agradezco que nos salvaras del olvido reina del cielo- dijo el enano. Al llegar al mar de Orexis, el águila quedó perpleja al ver semejante belleza, ni siquiera aquella que pudo ver desde el cielo. Xiphias le dijo: - Amiga, ven conmigo, mira en el fondo del mar de la verdad, dime lo que ves-. El águila triste miró dentro del mar de Orexis y vio su presente... Observó su vuelo en el cielo. Xiphias le dijo: - Mi triste amiga, el mar solo refleja lo que quieres ser, no batalles contra el corazón porque lo bueno de la vida está en el hecho de que podemos vivir... No cometas el error de muchos que nadan a través de Orexis en búsqueda de la felicidad, porque ella se encuentra constantemente en tu vuelo, si caes mil veces, levántate más veces, no cruces Orexis, no vayas más lejos, ve de regreso... Yo no te detendré joven ave-. El águila sintió que un pétalo de fuego acariciaba su corazón cuando escuchó las palabra de Xiphias, y le obsequió la perla de Ferrarius para iluminar sus andanzas. El águila triste se despidió de Xiphias y voló tan rápido como la noche borra el día, y salió del agua de aquel manantial por el que se incursó en oscuridades desconocidas. El águila triste dejó su tristeza en la vana planicie del olvido, y guardó en su corazón las ganas de seguir volando, aunque sabía que como Nitesco y Xiphias iba a morir; lo que la hacía volar eran las preguntas de las cuales no obtuvo respuesta, más que las palabras de un amigo llamado Xiphias. Nunca se vio volar tan alto un ave, nunca se supo de sus preguntas, mas sólo de su tristeza, que se transformó en vuelo constante y en dulce espera. - Si la muerte llega, que me encuentre volando alto, con fuerza abatiendo el viento, cayendo y volviendo a volar- dijo el águila que nunca más se vio caer del cielo, nunca más regresó su tristeza.