lunes, 26 de noviembre de 2007

No me digas perdón

Fueron palabras y besos por momentos,
fue la fantasía que invadió la verdad,
que entró y salió de mi corazón como un relámpago,
pero no me digas perdón, perdón se dice en pocas ocasiones...

Al tomar mi abrigo y volar hasta tus manos
pensé que la noche nunca acabaría,
que el diagrama de colores de la aurora
no se iría de mis ojos como mi niñez...

Jamás pensé que noviembre fuera tan corto,
ni que mis manos fueran tan frías,
nunca imaginé que mi corazón se acostumbraría
a tomar lo que fuera y no pedir nada...

Será que me seduce esa extraña melancolía,
que me dijo: "¿Sientes eso? es tu corazón en sus manos",
será que el dolor me provoca y tus labios me matan,
será que me enamoré de un verano que nunca llegó...

Ya los colores del ocaso policromo apagan el papel,
me dicen que noviembre se va para nunca volver,
ya la brisa del verano se llevó mi ilusión,
se llevó tus dulces ojos, tus mejillas y tu abrazo...

Ya vendrán más veranos que se lleven al invierno,
crecerán los sauces, los laureles y las flores,
pero siempre recordaré aquel noviembre,
en que te vi y te besé como besaría mi vida cuando muera...

Gracias por las palabras y los besos cálidos,
por la fantasía que invadió mi verdad y mis sueños,
que rompió mi corazón entrando y saliendo como la suerte,
pero no me digas perdón, perdón se dice en pocas ocasiones...



lunes, 12 de noviembre de 2007

Tú...

Tú, que extraña vocalización,
la palabra que me llena de emoción,
el sonido que desata la sonrisa,
que le da ríos al mar y a los veleros brisa...

Tú, que atiendes al enfermo corazón,
que curas las heridas del misterio,
tú que me lanzas al delirio,
que me salva, me mantiene vivo...

Tú, que me das más que a tí,
lo que nada repone,
lo que nadie vuelve a dar,
tú, la de los ojos de planetas...

Llegaste en el momento más simple,
te metiste en la selva de mis manos,
apareciste en el reloj de mi vida,
y lo reparas, y lo detienes...

Le das luz a lo que no veo,
le das vida al experimento,
a la ciencia que no es inmortal,
a la que se llevan cuando muero,

Tú, que a las cuerdas conmueves,
que a la tarde haces perenne,
tú que a mis venas destellas,
que a mi cerebro revelas...

Tú, la de la piel dormida,
la de la fauna de la amazonía,
la de las noches de fantasía,
la que nunca abandonaría...

Tú, la que no deja de saltar en el ensueño,
la que no lo abandona ni por oro,
no me dejas tendido ni sólo,
tú, la de mil y un encantos...

Llegaste en la primavera,
al acostarse el sol, al morir el día,
apareciste entre la niebla con la risa,
la que tú desatas y la liberas...

Le das la mano al desamparo,
le das la vida a lo agotable,
a la ciencia que no es perenne,
a la que se llevan cuando amanece...

Tú, beso del alma, de la madrugada,
no te vayas con la magia,
déjala en tus mejillas,
déjala al morir tan despampanante y tan viva...

Tú, que eres una musa,
una inspiración del nuevo día,
tú, la que me quitas la agonía,
tú... bailes, sueños y alegría...