domingo, 6 de junio de 2010

Hoy fui parte de la sangre de mi pueblo

Hoy fui parte de la sangre de mi pueblo,
caminé hacia casa por San José,
y desde las calles desembocaba la gente en la avenida central,
fluyendo como sangre por una gran arteria gris de adoquines
que inunda de sueños la ciudad,
igual que los ríos le dan vida al suelo,
mis queridos transeúntes
endulzan con sigilo el bulevar...

Hoy anduve entre suaves voces del futuro,
mezclado con tinta, dolor y café,
con alegría, rutina e incluso esperanza,
al crujir de los pasos de mi pueblo,
que al amanecer quiebran la paz de la madrugada,
y le piden al sol que destape la verdad,
que rápidamente se pierda en el ocaso
para sentir el humilde calor del hogar...

Hoy me cautivó todo,
como a un niño le sorprende el mundo,
que entre cielo y tierra se desnuda para él,
mostrándole lo que lo asemeja a sus hermanos;
y no vi religión alguna, ni raza, ni poder,
ni colores abstractos ni equipo mortal,
no divisé bandera ni estandarte
ni límites absurdos y mal educados...

Hoy noté la pobreza de mi pueblo,
no de monedas y despreciables detalles,
sino de la unión que se perdió en los relojes,
con el éxito del plan del mercader,
que mata poco a poco a mis amigos,
de la misma patria que cualquiera,
una donde todo en blanco y negro,
y rojo sólo el corazón abierto...

Hoy fui parte de la sangre de mi pueblo,
que se envenena de impotencia,
se baña de dudas y de sueños,
y se desvanece entre el humo y la ciudad,
Hoy fui parte de la sangre de mi pueblo,
del lugar ideal, de la tierra más libre,
donde quedan las venas limpias
de la sangre que se escurre a descansar...

miércoles, 2 de junio de 2010

¡Más soldados al frente!

En frágiles trozos de soledad cae el mundo,
cuando no nutren de ciencia sus venas,
cuando la esperanza se cambia por ruido,
del que trafican en los museos de la mediocridad;
sutilmente nos pintan la cara
de actores de una vida ajena,
que no escogimos ni queremos,
heredada y ausente de altruismo...

Mientras los buitres se carcomen
hasta lo que nos parece intangible,
dormimos sonámbulos sedientos de sed,
de ganas de ganar y apagar el fuego;
se libra la batalla por llegar a entender
la masa del infinito y la maravilla de la piel,
cada vez menos soldados al frente,
cada vez menos sueños compartidos...

El brazo a torcer es la directriz,
el hijo sin libertad al nacer,
la gloria del dinero contra la memoria del ser,
la independencia como evidencia de evolución;
en fin más ideales de la cuenta,
más negligencia que bien común,
más cuentas por cobrar que sonrisas,
más hambre que inocencia...

¡Más soldados al frente!